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Emiliano Galende: Políticas del amor y del miedo

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En un tiempo en el que el encuentro con el otro es cada vez más difícil, surgen, según el médico y psicoanalista Emiliano Galende, nuevas formas del lazo social. La angustia y otros males contemporáneos.  La sociedad no es un escenario neutro en el que las personas viven sus vidas privadas al margen de influencias externas. Por el contrario, los sentimientos, los modos de amar y de odiar, de encontrarse o desencontrarse con los otros, de desear y de temer, están profundamente atravesados por la cultura e, incluso, por la forma en que cada sociedad organiza su economía y su gobierno, reparte sus recursos, regula –o no– la voracidad del mercado.

Pantalla autorreferencial: la televisión que se mira a sí misma

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Los ciclos dedicados a revisar lo que sucede en otros programas se multiplican en todos los canales. Celebridades de utilería y otros fenómenos de un medio cada vez más narcisista.

Pegarle a un niño

El nuevo Código Civil prohíbe a los padres darles chirlos a sus hijos». Sin demasiadas repercusiones, la información recorrió los medios a fines del año pasado a raíz del proyecto de reforma del Código Civil que, entre otros cambios, se proponía derogar el artículo que consagra el llamado «poder de corrección» de los padres y establecer la prohibición explícita del «castigo corporal, los malos tratos y cualquier hecho que lesione o menoscabe física o psíquicamente a los niños o adolescentes».

Identidad de género: Ser lo que se es

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Pasar de las páginas policiales a la sección política de los diarios representa un cambio radical en la forma de existencia social de cualquier grupo o persona. La comunidad transexual argentina acaba de dar ese paso. La aprobación de la ley de Identidad de Género, que permite cambiar de nombre y género a través de un trámite administrativo y establece el derecho a la salud integral –que incluye intervenciones de reasignación genital– representa el pleno acceso a la ciudadanía para un grupo que ha sufrido histórica y sistemáticamente la violación de sus derechos.. «Es como la abolición de la esclavitud; nuestra Asamblea del año XIII», se entusiasma, frente al Congreso donde se celebra esta victoria, una activista trans. Una esclavitud poco visible, que transcurría en los márgenes de la sociedad, en esas zonas negras o rojas donde todas las formas de violencia física y simbólica los tenían como objetos privilegiados.

Susana Trimarco: Los días sin Marita

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Hace diez años que Susana Trimarco busca a su hija. No ha dejado de buscarla ni uno solo de los días y las noches de estos diez últimos años. Su perseverancia la llevó a cruzar más de una frontera y a conocer el otro lado, el más oscuro, de la apacible vida cotidiana de la provincia de Tucumán: vio personas vendidas y compradas como mercancías, vidas robadas, plusvalía sexual extraída a fuerza de violencia y terror de los cuerpos de mujeres jóvenes. Marita Verón desapareció el 3 de abril de 2002. Tenía entonces 23 años, una hija de 3 y vivía con su pareja, David, en un departamento del barrio Gráfico II, en Las Talitas, Gran Tucumán. Esa mañana dejó a la niña con Trimarco y salió rumbo a la Maternidad para una consulta ginecológica. «Quedate tranquila, mamá, que enseguida vuelvo», dijo antes de irse. Fue la última vez que Susana escuchó la voz de Marita. Desde entonces, dice, «fue como si la tierra se la hubiera tragado».

Hijos de Dios

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Querido Jesús, te pedimos que bendigas a nuestros directivos y maestros», recita la directora, y repiten a coro, con voces y caras de sueño, los alumnos antes de entrar a clase. La oración es lenta y monótona. Se le pide a Jesús compañía «para aprender, compartir y obedecer», para así «imitarte y ser buen hijo de Dios». La directora finaliza con un enérgico «que así sea» y alguien agrega: «En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», mientras los chicos hacen la señal de la cruz sobre sus guardapolvos blancos. La escena, que fue registrada por la agencia de noticias Copenoa, ocurre en la escuela Remedios de Escalada de San Martín, en el centro de la capital salteña. Pero no sólo allí: en muchas otras escuelas públicas salteñas, decenas de miles de niños rezan, leen la Biblia, bendicen el alimento, oran y se persignan al entrar a clase y al salir, a la hora de almorzar y merendar, en las aulas y fuera de ellas. Directoras y maestros inician el día de trabajo con la invocació

Un hombre feliz

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¿De dónde sacó el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, que hay que ser feliz para gobernar? ¿Qué libro de autoayuda, qué asesor de campaña lo inspira cuando afirma: «Estoy en política para que la gente sea feliz, y si yo no estoy feliz no puedo ayudar a la gente»? Lo dijo recientemente, al confirmar el embarazo de su esposa Juliana Awada y en muchas otras oportunidades similares.

Avatares del guardapolvo

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Empiezan las clases y, como todos los años, las revistas dominicales de los diarios lo celebran con notas especiales, en general con poco contenido y mucha invitación al consumo. La «Vuelta al cole» es tema obligado de las páginas de moda, que presentan «equipos de tiempo completo para disfrutar de la clase y el recreo». Estas producciones ya son un clásico: niños más rubios y sonrientes que el promedio de los escolares argentinos, madres más delgadas y deslumbrantes, adelantan lo que va a usarse en las aulas. Pero lo extraño, lo que hace ruido en esas fotos, no son sólo las casas con jardines ni las sonrisas extra large de niños y adultos. Hay algo más: mientras el 66% de los alumnos de escuelas primarias concurre a establecimientos públicos, en las páginas con las que tres de los diarios de mayor venta en la Argentina saludan el inicio de las clases no hay ni un solo guardapolvo blanco. Hay, eso sí, pantalones grises, polleras tableadas, blazers, corbatas, jumpers y otros emblemas d

Macri y la lógica del automovilista

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El llamado «caos de tránsito» es un lugar común de la derecha, un comodín que suele sacarse de la manga cuando ya no hay, o cuando nunca hubo, argumentos. Sus usos son múltiples: sirve para vaciar de contenido los reclamos sociales, para convertir una protesta legítima en la «pesadilla» del ciudadano promedio, para tapar, con la repetición gritona de la queja, las voces de los que salen a la calle. Allí donde hay personas con necesidades y reclamos, sectores sociales que intentan hacerse ver y escuchar, los medios del establishment sólo ven caos, demoras en la avenida 9 de julio, complicaciones en el micro y macrocentro.

Usos de la muerte

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Entre los múltiples intentos por sacar réditos políticos de la muerte del joven militante Mariano Ferreyra, el del periodista de Clarín Eduardo Van Der Kooy supera el promedio del cinismo nacional. Y lo hace, sobre todo, porque pretende responsabilizar del crimen al Gobierno Nacional desde las páginas del mismo diario que, en junio de 2002, con el vergonzoso título de «La crisis causó dos nuevas muertes», pretendió diluir las clarísimas responsabilidades del asesinato, a manos de la Policía Bonaerense, de los piqueteros Maximiano Kosteki y Darío Santillán. Si entonces sobraban las pruebas que incriminaban al comisario Alfredo Franchiotti –y muchas de ellas, como las 240 fotografías tomadas por el reportero gráfico Pepe Mateos, estaban en la mismísima redacción de Clarín– hoy, como el propio Van Der Kooy admite, no existe «ninguna prueba de que el Gobierno haya tenido algún vínculo –directo o indirecto– con la reyerta sindical entre facciones antagónicas del gremio ferroviario que concl