Entradas

Hijos de Dios

Imagen
Querido Jesús, te pedimos que bendigas a nuestros directivos y maestros», recita la directora, y repiten a coro, con voces y caras de sueño, los alumnos antes de entrar a clase. La oración es lenta y monótona. Se le pide a Jesús compañía «para aprender, compartir y obedecer», para así «imitarte y ser buen hijo de Dios». La directora finaliza con un enérgico «que así sea» y alguien agrega: «En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», mientras los chicos hacen la señal de la cruz sobre sus guardapolvos blancos. La escena, que fue registrada por la agencia de noticias Copenoa, ocurre en la escuela Remedios de Escalada de San Martín, en el centro de la capital salteña. Pero no sólo allí: en muchas otras escuelas públicas salteñas, decenas de miles de niños rezan, leen la Biblia, bendicen el alimento, oran y se persignan al entrar a clase y al salir, a la hora de almorzar y merendar, en las aulas y fuera de ellas. Directoras y maestros inician el día de trabajo con la invocació

Un hombre feliz

Imagen
¿De dónde sacó el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, que hay que ser feliz para gobernar? ¿Qué libro de autoayuda, qué asesor de campaña lo inspira cuando afirma: «Estoy en política para que la gente sea feliz, y si yo no estoy feliz no puedo ayudar a la gente»? Lo dijo recientemente, al confirmar el embarazo de su esposa Juliana Awada y en muchas otras oportunidades similares.

Avatares del guardapolvo

Imagen
Empiezan las clases y, como todos los años, las revistas dominicales de los diarios lo celebran con notas especiales, en general con poco contenido y mucha invitación al consumo. La «Vuelta al cole» es tema obligado de las páginas de moda, que presentan «equipos de tiempo completo para disfrutar de la clase y el recreo». Estas producciones ya son un clásico: niños más rubios y sonrientes que el promedio de los escolares argentinos, madres más delgadas y deslumbrantes, adelantan lo que va a usarse en las aulas. Pero lo extraño, lo que hace ruido en esas fotos, no son sólo las casas con jardines ni las sonrisas extra large de niños y adultos. Hay algo más: mientras el 66% de los alumnos de escuelas primarias concurre a establecimientos públicos, en las páginas con las que tres de los diarios de mayor venta en la Argentina saludan el inicio de las clases no hay ni un solo guardapolvo blanco. Hay, eso sí, pantalones grises, polleras tableadas, blazers, corbatas, jumpers y otros emblemas d

Macri y la lógica del automovilista

Imagen
El llamado «caos de tránsito» es un lugar común de la derecha, un comodín que suele sacarse de la manga cuando ya no hay, o cuando nunca hubo, argumentos. Sus usos son múltiples: sirve para vaciar de contenido los reclamos sociales, para convertir una protesta legítima en la «pesadilla» del ciudadano promedio, para tapar, con la repetición gritona de la queja, las voces de los que salen a la calle. Allí donde hay personas con necesidades y reclamos, sectores sociales que intentan hacerse ver y escuchar, los medios del establishment sólo ven caos, demoras en la avenida 9 de julio, complicaciones en el micro y macrocentro.

Usos de la muerte

Imagen
Entre los múltiples intentos por sacar réditos políticos de la muerte del joven militante Mariano Ferreyra, el del periodista de Clarín Eduardo Van Der Kooy supera el promedio del cinismo nacional. Y lo hace, sobre todo, porque pretende responsabilizar del crimen al Gobierno Nacional desde las páginas del mismo diario que, en junio de 2002, con el vergonzoso título de «La crisis causó dos nuevas muertes», pretendió diluir las clarísimas responsabilidades del asesinato, a manos de la Policía Bonaerense, de los piqueteros Maximiano Kosteki y Darío Santillán. Si entonces sobraban las pruebas que incriminaban al comisario Alfredo Franchiotti –y muchas de ellas, como las 240 fotografías tomadas por el reportero gráfico Pepe Mateos, estaban en la mismísima redacción de Clarín– hoy, como el propio Van Der Kooy admite, no existe «ninguna prueba de que el Gobierno haya tenido algún vínculo –directo o indirecto– con la reyerta sindical entre facciones antagónicas del gremio ferroviario que concl

Perfil y el Apocalipsis

Imagen
Hace tiempo que el diario Perfil viene anunciando el Apocalipsis. En la columna del periodista José Eliaschev, una prosa forzadamente compleja está puesta al servicio de una idea bastante simple: el país camina inexorablemente hacia la decadencia. En sus notas abundan, entre otras cosas, las generalizaciones injustificadas. Ya se sabe que Eliaschev acusa al Gobierno de todo tipo de infamias, pero no explica por qué éstas deberían hacerse extensivas a toda la sociedad. Sus temas son siempre grandes y «la Argentina» es su objeto privilegiado de análisis. Y esa Argentina, diagnostica, «padece de proverbiales excesos emocionales», «un estado de ira sacralizado», «una notable compulsión al atraso». Nuestro país, continúa,«respira con una sospechosa y absurda taquicardia», «parece un organismo híper medicado y turbulento» y padece «una debilidad emocional reveladora de una poderosa inmadurez colectiva». Abruma no sólo la redundancia, sino también el tono acusatorio, aristocrático y hasta rac

Libertad, igualdad, diversidad

Imagen
Revista Acción Nº1055, primera quincena de agosto de 2010. Hace mucho tiempo que un hecho político no se festeja con lágrimas. Hay que buscar y rebuscar en los archivos y en la memoria para recordar un acontecimiento que haya sido deseado con tanta pasión y celebrado con tanta alegría como la modificación al Código Civil que universalizó en la Argentina el derecho al matrimonio. Fue una fiesta lo que ocurrió dentro y fuera del Congreso en la fría madrugada del 15 de julio, pero lo que se celebraba no era el matrimonio, sino la igualdad. . «Se cumplió un sueño –dice María Rachid– presidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans–. Hoy todos somos más felices». Su lucha y la de muchos otros hombres y mujeres no sólo consiguió un notable avance en materia de derechos e igualdad jurídica. Logró, además, poner un nexo en palabras e ideas que no suelen estar juntas: política y felicidad, leyes y sueños, derechos y sexualidad.

El Bicentenario según José Eliaschev

Los festejos del Bicentenario también tuvieron sus críticos. Escasas, solemnes, sus voces sonaron como gritos desafinados en el coro más o menos unánime de apoyo a las celebraciones . En la lista de disidentes, el primer lugar, por la violencia y el tono francamente racista de sus palabras, se encuentra el periodista José Eliaschev. El 22 de mayo, en su habitual columna del diario Perfil, Eliaschev describe una ciudad decadente, mezcla de la oscura Los Angeles de Blade Runner y la Buenos Aires aristocrática amenazada por el «aluvión zoológico» de 1945. Allí, en la ciudad del Bicentenario, «pompas acosadoras», «estruendos hirientes», un «patrioterismo banderillero», el «desorden», un «populismo primitivo y rutilante», la «prepotente y grosera exhibición nacionalista» convoca a «gentes» –en peyorativo plural– que «rozan o chocan sus cuerpos, enajenados y miran sin ver nada». Ellos, los que recorren las calles porteñas, son «mutantes», «buscas», «merodeadores de todo pelaje», «alelados»,

Esteban y el Bicentenario

Imagen
Es Bullrich, pero se hace llamar Esteban. Es amigo de Mauricio y de Gabriela y sobrino de Patricia, que también es Bullrich. Escribe «utilicen» con zeta, entre otras incorrecciones que pueden leerse en su página web, pero ni su ortografía ni su gramática le han impedido convertirse en ministro de Educación de la ciudad de Buenos Aires. De su currículum vitae pueden extraerse, al menos, dos conclusiones: la primera, que quien rige los destinos de los 1.626 establecimientos educativos públicos de la ciudad de Buenos Aires se formó en instituciones privadas (desde el nivel primario hasta el posgrado). La segunda, que quien rige los destinos de la educación porteña se formó para administrar empresas. El último capítulo de su breve pero fructífera historia de desavenencias con la educación pública fue la decisión de no publicar un manual con materiales sobre el Bicentenario para la escuela media, fruto del trabajo de 18 meses de historiadores de la Dirección General de Currícula y Enseñanz

Delta S.A.

Imagen
Donde había un arroyo, hay dragas. Donde había sauces, hay barro contaminado. Donde había ranchos, hay un terraplén. Las máquinas –retroexcavadoras anfibias, palas mecánicas, tractores– recorren las islas como lentos animales prehistóricos. Parece, esta tierra, una tierra deshabitada. Las islas del Bajo Delta, en el último tramo del Paraná, fueron alguna vez un paraíso. Dicen algunos que volverán a ser serlo, pero de otro tipo: un paraíso diseñado en los 90, que tiene como modelo a Miami y como guardianes, a agentes de seguridad privada. Bienvenidos a los barrios privados del Delta: verde artificial implantado sobre las ruinas del verde nativo, lotes de mil metros cuadrados con amarra propia, islas amuralladas y hasta un transbordador para que nadie renuncie, ni siquiera en las islas, a su derecho al coche propio. El Bajo Delta del río Paraná está siendo descubierto por los grandes inversores del mercado inmobiliario. Y los cambios que empiezan a vislumbrarse anuncian tiempos difícil