Esteban y el Bicentenario

Es Bullrich, pero se hace llamar Esteban. Es amigo de Mauricio y de Gabriela y sobrino de Patricia, que también es Bullrich. Escribe «utilicen» con zeta, entre otras incorrecciones que pueden leerse en su página web, pero ni su ortografía ni su gramática le han impedido convertirse en ministro de Educación de la ciudad de Buenos Aires. De su currículum vitae pueden extraerse, al menos, dos conclusiones: la primera, que quien rige los destinos de los 1.626 establecimientos educativos públicos de la ciudad de Buenos Aires se formó en instituciones privadas (desde el nivel primario hasta el posgrado). La segunda, que quien rige los destinos de la educación porteña se formó para administrar empresas.
El último capítulo de su breve pero fructífera historia de desavenencias con la educación pública fue la decisión de no publicar un manual con materiales sobre el Bicentenario para la escuela media, fruto del trabajo de 18 meses de historiadores de la Dirección General de Currícula y Enseñanza, que ya había sido aprobado por la gestión del ministro anterior, Mariano Narodowski. Los docentes porteños, movilizados contra la censura, aseguran que detrás de la decisión está el veto de la Iglesia Católica y de otros sectores conservadores. «Como ministro de Educación, no puedo permitir que se publiquen materiales con alguna tendencia ideológica», escribió el funcionario en su sitio www.estebanbullrich.com. Allí, gracias a los oficios de algún asesor menos iletrado, los errores de ortografía del ministro han sido corregidos. Los otros, los errores políticos y pedagógicos, serán, seguramente, más difíciles de enmendar.

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