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Adjetivos y polémicas

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Gracias al arzobispo Héctor Aguer, que calificó de «neomarxista» y «totalitario» al manual de educación sexual elaborado por el Ministerio de Educación, el texto logró ascender, en la consideración de los medios, a la categoría de «polémico». «El polémico manual llegó a 5.000 docentes», decía, por ejemplo, en su edición del viernes 31 de julio, el diario La Nación , y para que no quedaran dudas, agregaba el adjetivo «controvertido». Del mismo modo se refirieron a este documento otros medios. Asegurar que el manual es polémico no es lo mismo que decir que la Iglesia lo objeta. En el primer caso, se sugiere que el problema está en el propio texto, que por sus características («autoritarismo», «feminismo», «marxismo») sería digno de recibir cuestionamientos o suscitar polémicas. La segunda formulación, en cambio, deja en claro que es la Iglesia la que tiene un problema con el documento, y que ha sido esta institución la que decidió entablar una polémica que algunos medios pretenden univer

Censura en Internet

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El copyright es el argumento utilizado para borrar videos políticos publicados en Internet. Los grandes medios y la libertad de expresión . Veánlo en YouTube», dijo la Presidenta. Hablaba frente a intendentes de Córdoba en la sede de la Universidad y se refirió, quizá por primera vez en la historia de los discursos oficiales, al popular sitio de videos. Aquello que la Presidenta quería que su auditorio buscara en YouTube era un fragmento del programa de Mariano Grondona en el que el conductor, en amable tertulia con Hugo Biolcatti, presidente de la Sociedad Rural, ponía en duda que el actual gobierno pudiera llegar a finalizar su mandato. Pero el contenido del video quizá fuera lo de menos. El hecho, el gran hecho, era el ingreso de la Web 2.0 a la vida política oficial de la Argentina.

Crímenes pasionales

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Cuando el delito es «común», los movileros, nuevos directores del humor social, suelen ofrecer sus micrófonos a las víctimas. Hijos que acaban de perder a sus padres, conductoras enfurecidas por el asesinato de un colaborador, familias asaltadas, son interpelados, en medio de su dolor, sobre leyes, condenas y manos duras. Las preguntas nunca son neutrales: sugieren, incitan, apuestan a potenciar tanto el dolor como la violencia de las reacciones. Pero para otra clase de delitos –los denominados «crímenes pasionales»– el tratamiento es distinto. Con José Arce, detenido por el crimen de su esposa Rosana Galliano, los medios depusieron sus armas verbales y, en lugar de hacer hablar a la familia de la víctima, le dieron la palabra al acusado. A Arce lo entrevistaron y lo trataron como a un señor, lo acompañaron a su criadero de pollos y escucharon, respetuosos, los argumentos de su abogada, cosa que nadie hizo con los delincuentes jóvenes, anónimos y pobres que son linchados simbólicament

Giménez, los medios y los miedos

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«Termínenla con los derechos humanos y esas estupideces», dijo la conductora en presunto estado de shock. «El que mata tiene que morir», agregó. Giménez –llamarla Susana es, de algún modo, quitarle responsabilidad, poder, que lo tiene, e intención política, de la que también, aunque sin demasiada conciencia ni inteligencia, dispone– habló, los micrófonos registraron sus palabras, los movileros asintieron y azuzaron aún más el desborde de la ex actriz y se disparó la reacción en cadena de la solidaridad linchadora. Palabras como pena de muerte, justicia, mano dura, volvieron a escucharse en las pantallas y en las calles. Igual que en otros tiempos y en otras campañas electorales pero, esta vez, pronunciadas por voces profesionales, amplificadas y multiplicadas por la magia de la televisión, investidas de un nuevo poder: el de la fama y el dinero juntos. Amigos, colegas, colaboradores, gente linda y, sobre todo –se recalcó–, «honesta», del ambiente –se dijo– «artístico». Gente, como se

Universidad pública: Crisis de identidad

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¿Qué tienen en común la explosión en la Universidad de Río Cuarto donde, en diciembre de 2007, murieron seis estudiantes y docentes, con los episodios de violencia registrados tras el cierre de la sede del CBC de Merlo? ¿Qué hilo invisible une la caída de un techo sobre una alumna de Ciencias Sociales de la UBA y la firma de un convenio entre la Universidad Tecnológica Nacional y la empresa Volkswagen para la creación de una especialización en industria automotriz? ¿A qué misma lógica responde la inversión de empresas como Monsanto en sus programas de «cooperación académica» y los reiterados conflictos salariales docentes? ¿Qué relación hay entre el acortamiento de las carreras de grado y los ocho meses de conflicto que le llevó a la asamblea de la UBA elegir a su rector?

Andrés Cascioli y el fin de la inteligencia

El primer número de Humor salió a la luz en tiempos de euforia y terror: junio de 1978, plena dictadura, comienzos del Mundial 78. La Junta Militar calificó a la revista como de «exhibición limitada» y su director, Andrés Cascioli, tuvo que comparecer ante la comisión de moralidad. Desde entonces, Humor fue, la mismo tiempo, objeto de persecuciones y amenazas y protagonista de un fenómeno de popularidad inesperado. A su redacción llegaban de todo el país más de cuarenta cartas por día, y el gran apoyo de los lectores fue, sin duda, un dato clave para entender cómo sobrevivió, con una postura cada vez más crítica hacia la dictadura, durante aquellos años. Las tapas de Humor , firmadas por Cascioli, soprenden por su audacia. Videla, Massera y Agosti reciben un tortazo. En plena guerra de Malvinas, el canciller argentino, Nicanor Costa Méndez, descubre en la cama al representante norteamericano (Alexander Haig) con Margaret Thatcher. Videla se hunde en el mar con una banda presidencial qu

Humor argentino

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En los medios argentinos todos ríen, pero muy pocos hacen reír. Ríen Tinelli y sus jurados, las chicas que bailan por un sueño, los enanos que juegan al fútbol resbalando una y otra vez sobre una pista de hielo, ríen Susana y sus furcios, los que resumen lo que pasa en los medios, los que aman a la TV, los que la bendicen, los que la registran, los conductores y locutores de las mañanas de la radio, los periodistas que monologan en el Maipo y hasta los conductores de los noticieros de la noche se hacen bromas más o menos sobrias, como si ellos o la televisión no terminaran de aceptar del todo su papel en un medio que no se toma nada demasiado en serio. También los diarios y revistas parecen haber acatado la consigna de no ser del todo serios. Se han alivianado de formalismos –y, en algunos casos, de la solemnidad de la gramática y la ortografía–, y cultivan un estilo distendido, hecho de abreviaturas simpáticas –compu, tele, peli, celu, finde, puede leerse en las páginas de más de un

Dónde está el lector

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Nunca se ha escrito ni se ha leído tanto como en nuestros días: mensajes de texto, e-mails, mensajería instantánea, blogs, comentarios en páginas de Internet, opiniones de los lectores en sitios de diarios y revistas. Si existiera la manera de medir el tiempo que pasan los seres humanos en contacto con la palabra escrita, sin dudas las cifras serían hoy las más altas de la historia, desde que la imprenta de Gutenberg cambió para siempre no sólo los modos de leer sino también de pensar y percibir el mundo.

La fábrica de sentido común

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«Pesimismo y rechazo de Chávez entre 164 líderes de opinión». El título de la noticia publicada por Clarín y otros diarios de circulación nacional es contundente: para los líderes argentinos, el presidente venezolano es «peor considerado incluso que el iraní Majmoud Ahjmadinejad», la situación del país es «regular» y «empeorará de acá a un año». Hasta aquí, una encuesta más de las muchas que aparecen en los medios y contribuyen a crear eso que los propios medios llaman opinión pública. Pero la noticia omite un dato crucial. Cuando se habla de líderes de opinión, ¿de qué se está hablando? ¿Quiénes son esos individuos, dónde han obtenido su título, a quiénes lideran, qué legitimidad los sostiene, cuándo vence su mandato? Nada de eso se consigna ni en la noticia ni en el informe de prensa elaborado por la consultora Poliarquía, encargada del estudio. Las condiciones de producción de la encuesta son un misterio. Pero el resultado es que los encuestados –«referentes de distintos sectores; d

Tribus urbanas

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Como personajes escapados de El extraño mundo de Jack u otra película de Tim Burton, con el gesto melancólico de Johnny Depp en El joven manos de tijer a, las ojeras destacadas con sombra gris y el largo flequillo como un velo que los protege del mundo y sus inclemencias, andan por la ciudad, cabizbajos, frágiles, algo andróginos. Se juntan frente al palacio Pizzurno, en la plaza que ellos llaman “la de la galería Bond Street”, en el barrio porteño de Recoleta, son muy jóvenes y se hacen llamar emos. Una abreviatura de emocional, surgida a fines de los 80 en Estados Unidos para aludir a un subgénero de la música hardcore. Los de ahora y los de acá son, dicen, chicos sensibles, no tristes sino sentimentales. Como las bandas a las que siguen con devoción –My chemical romance, Panic at the disco, entre otras-, que, aunque están muy lejos de los grupos pioneros del género, son hoy, con razón o sin ella, reconocidas como ejemplos paradigmáticos de la música emo.