La fábrica de sentido común


«Pesimismo y rechazo de Chávez entre 164 líderes de opinión». El título de la noticia publicada por Clarín y otros diarios de circulación nacional es contundente: para los líderes argentinos, el presidente venezolano es «peor considerado incluso que el iraní Majmoud Ahjmadinejad», la situación del país es «regular» y «empeorará de acá a un año». Hasta aquí, una encuesta más de las muchas que aparecen en los medios y contribuyen a crear eso que los propios medios llaman opinión pública. Pero la noticia omite un dato crucial. Cuando se habla de líderes de opinión, ¿de qué se está hablando? ¿Quiénes son esos individuos, dónde han obtenido su título, a quiénes lideran, qué legitimidad los sostiene, cuándo vence su mandato? Nada de eso se consigna ni en la noticia ni en el informe de prensa elaborado por la consultora Poliarquía, encargada del estudio. Las condiciones de producción de la encuesta son un misterio. Pero el resultado es que los encuestados –«referentes de distintos sectores; dirigentes políticos, funcionarios públicos, empresarios, intelectuales, organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación y periodistas»– son investidos, por los propios autores de la encuesta y por quienes reproducen acríticamente sus resultados, de un poder nada desdeñable. Así, unos y otros, líderes de opinión y encargados oficiales de poner nombres a las cosas, se ocupan de alimentar el círculo –vicioso o virtuoso, según se mire– gracias al cual una opinión cualquiera se convierte en opinión pública, Hugo Chávez es «peor incluso que el presidente iraní Majmoud Ahjmadinejad» y, en definitiva, todas las cosas siguen siendo como son y como la gente, esa hipótesis tramposa de los grandes medios, piensa que deben ser.

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