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Niñas embarazadas

Mientras en Jujuy una niña de 12 años em barazada tres ser violada por un hombre de más de 60 era víctima de la reiterada vulneración de sus derechos, el diario La Nación dejaba constancia, a través de un editorial, su «admiración» por las niñas madres y por los «felices niños» frutos de estos embarazos. Violento, discriminatorio, falaz y rayano en la apología del delito: el artículo publicado el pasado 5 de febrero en la sección Opinión, que celebra los embarazos adolescentes y se solaza en situaciones de abuso, fue repudiado por un amplísimo arco político y social. «Una niña embara zada es una niña violada» fue el lema del unánime rechazo. El editorial parte de una primera falacia: de los casos de dos niñas de 12 y 13 años que decidieron seguir adelante con sus embarazos infiere la existencia de un «instinto de madre» universal que tendría su origen en el cuerpo femenino y que llevaría a las niñas a aferrarse a «la vida engen drada en sus vientres». La celebración de este imaginario

Pensamiento cínico

 «Las ganas de vivir son más importantes que el pensamiento crítico», suele repetir el filósofo de Mauricio Macri, Alejandro Rozitchner. La oposición entre ambos va lores –por un lado, un pensamiento crítico entendido como reproche o descontento y, por otro, la confianza en una creatividad humana abstracta como «productora de realidades»– es un lugar común de las intervenciones del asesor presidencial y puede advertirse también en los discursos que le escribe al presidente. Si hay algo así como una filosofía de Cambiemos, la condena de la crítica como rémora y obstáculo es una de sus constantes. Se trata, paradójicamente, de una filo sofía que parece negarse a sí misma, ya que renuncia de entrada al movimiento que da lugar al pensamiento: desprecia la duda, la sospecha sobre las aparien cias y el cuestionamiento del carácter necesario e inevitable de lo dado. Desconfiar del sentido común, de lo que se pretende verdadero por evidente, fue el origen de las grandes revoluciones científica

Para quiénes son las ciudades

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Una chica de 16 años está a punto de parir en la vereda. Vive ahí, junto a la boletería de un teatro en refacción, con su novio y un hijo pequeño. El trabajo de parto empezó hace unas horas y la sirena de la ambulancia que finalmente llega para llevarla al hospital se mezcla con el bullicio del comienzo de la noche en el Centro porteño. es viernes y la avenida Corrientes está tan viva como en sus mejores tiempos; parejas y grupos llenan veredas, bares y restaurantes y hacen cola frente a las puertas de los teatros. La ciudad y su espacio público parecen de fiesta, y con los restos de esa fiesta intenta sobrevivir un creciente conjunto de personas sin techo que viven y duermen en las calles, en las bocas de subte y en las plazas.

Saber quién manda

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–Cuando yo uso una palabra –dijo Humpty Dumpty con tono burlón– esa palabra significa exactamente lo que yo quiero que signifique, ni más ni menos. –La cuestión –dijo Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. –La cuestión –dijo Humpty Dumpty– es saber quién manda, eso es todo. El diálogo entre Alicia y Humpty Dumpty en el capítulo 6 de Alicia a través del espejo , de Lewis Carroll, ilustra con gracia el modo en que ciertas instituciones, como la Real Academia Española (RAE), intentan intervenir en el mundo social y político a través de las palabras y sus definiciones.En los últimos años, las enmiendas introducidas en el Diccionario de la lengua española fueron objeto de cuestionamientos por parte de minorías étnicas y religiosas, organizaciones sociales y políticas. La Confederación de la Asamblea Nacional del Pueblo Gitano de España, por ejemplo, anunció que elevará una denuncia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para que obligue al G

La edad y la violencia

Hay palabras que aparecen y empiezan a circular sin que nadie sepa demasiado bien qué significan. Importadas de otros idiomas y otras realidades en algunos casos, tomadas de jergas técnicas o simplemente inventadas, suelen traer consigo, junto con el prestigio no siempre merecido de lo nuevo, un modo particular de clasificar el mundo. Más que describir la realidad, trazan líneas divisorias que la ordenan. Más que designar un objeto, lo crean. Con el término «bullying» viene ocurriendo algo parecido. Una serie de episodios de violencia protagonizados por niños y adolescentes en el ámbito escolar fueron etiquetados de ese modo por los medios de comunicación. En general, la cobertura de los incidentes se limitó a reproducir los videos que los mismos protagonistas habían subido a las redes sociales, agregándoles algún gesto de in dignación o algún comentario moralizante. Uno de los últimos de estos casos fue el de Alondra, una chica de 14 añosgolpeada por una compañera en la localidad bona

Emiliano Galende: Políticas del amor y del miedo

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En un tiempo en el que el encuentro con el otro es cada vez más difícil, surgen, según el médico y psicoanalista Emiliano Galende, nuevas formas del lazo social. La angustia y otros males contemporáneos.  La sociedad no es un escenario neutro en el que las personas viven sus vidas privadas al margen de influencias externas. Por el contrario, los sentimientos, los modos de amar y de odiar, de encontrarse o desencontrarse con los otros, de desear y de temer, están profundamente atravesados por la cultura e, incluso, por la forma en que cada sociedad organiza su economía y su gobierno, reparte sus recursos, regula –o no– la voracidad del mercado.

Pantalla autorreferencial: la televisión que se mira a sí misma

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Los ciclos dedicados a revisar lo que sucede en otros programas se multiplican en todos los canales. Celebridades de utilería y otros fenómenos de un medio cada vez más narcisista.

Pegarle a un niño

El nuevo Código Civil prohíbe a los padres darles chirlos a sus hijos». Sin demasiadas repercusiones, la información recorrió los medios a fines del año pasado a raíz del proyecto de reforma del Código Civil que, entre otros cambios, se proponía derogar el artículo que consagra el llamado «poder de corrección» de los padres y establecer la prohibición explícita del «castigo corporal, los malos tratos y cualquier hecho que lesione o menoscabe física o psíquicamente a los niños o adolescentes».

Identidad de género: Ser lo que se es

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Pasar de las páginas policiales a la sección política de los diarios representa un cambio radical en la forma de existencia social de cualquier grupo o persona. La comunidad transexual argentina acaba de dar ese paso. La aprobación de la ley de Identidad de Género, que permite cambiar de nombre y género a través de un trámite administrativo y establece el derecho a la salud integral –que incluye intervenciones de reasignación genital– representa el pleno acceso a la ciudadanía para un grupo que ha sufrido histórica y sistemáticamente la violación de sus derechos.. «Es como la abolición de la esclavitud; nuestra Asamblea del año XIII», se entusiasma, frente al Congreso donde se celebra esta victoria, una activista trans. Una esclavitud poco visible, que transcurría en los márgenes de la sociedad, en esas zonas negras o rojas donde todas las formas de violencia física y simbólica los tenían como objetos privilegiados.

Susana Trimarco: Los días sin Marita

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Hace diez años que Susana Trimarco busca a su hija. No ha dejado de buscarla ni uno solo de los días y las noches de estos diez últimos años. Su perseverancia la llevó a cruzar más de una frontera y a conocer el otro lado, el más oscuro, de la apacible vida cotidiana de la provincia de Tucumán: vio personas vendidas y compradas como mercancías, vidas robadas, plusvalía sexual extraída a fuerza de violencia y terror de los cuerpos de mujeres jóvenes. Marita Verón desapareció el 3 de abril de 2002. Tenía entonces 23 años, una hija de 3 y vivía con su pareja, David, en un departamento del barrio Gráfico II, en Las Talitas, Gran Tucumán. Esa mañana dejó a la niña con Trimarco y salió rumbo a la Maternidad para una consulta ginecológica. «Quedate tranquila, mamá, que enseguida vuelvo», dijo antes de irse. Fue la última vez que Susana escuchó la voz de Marita. Desde entonces, dice, «fue como si la tierra se la hubiera tragado».