Niñas embarazadas

Mientras en Jujuy una niña de 12 años em barazada tres ser violada por un hombre de más de 60 era víctima de la reiterada vulneración de sus derechos, el diario La Nación dejaba constancia, a través de un editorial, su «admiración» por las niñas madres y por los «felices niños» frutos de estos embarazos.
Violento, discriminatorio, falaz y rayano en la apología del delito: el artículo publicado el pasado 5 de febrero en la sección Opinión, que celebra los embarazos adolescentes y se solaza en situaciones de abuso, fue repudiado por un amplísimo arco político y social. «Una niña embara zada es una niña violada» fue el lema del unánime rechazo.
El editorial parte de una primera falacia: de los casos de dos niñas de 12 y 13 años que decidieron seguir adelante con sus embarazos infiere la existencia de un «instinto de madre» universal que tendría su origen en el cuerpo femenino y que llevaría a las niñas a aferrarse a «la vida engen drada en sus vientres».
La celebración de este imaginario instinto maternal no es inocuo. Naturaliza violencias, celebra abusos, diluye responsabilidades, encubre la vulneración de los derechos sexuales de la infancia. La tragedia de las niñas embarazadas invita, para el diario La Nación, a reflexionar: pero no sobre las causas de esos embarazos precoces y forzados, sino sobre «lo que es natural en la mujer, lo que nace de sus ovarios casi infantiles»: su destino de madres, más allá «de la forma en que se gestaron los embarazos». Ese «más allá» marca una frontera incierta de detalles a los que La Nación –como otras tribunas de doctrina y poder– prefiere dar la espalda. Allí están, entre otras cosas, el desamparo en el que viven las niñas madres, la claudicación del Estado a la hora de garantizar sus derechos y la matriz profundamente injusta que da forma a las relaciones degénero en las sociedades patriarcales.

Acción N° 1260, segunda quincena de febrero de 2019

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