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Mostrando entradas de 2007

Los amores difíciles

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Criticar la liviandad del amor contemporáneo es ya casi un lugar común de las conversaciones cotidianas, los análisis filosóficos y las historias de ficción. Debilitado el matrimonio tradicional, las relaciones actuales –menos rígidas y más equitativas, pero también más frágiles– privilegian, ante todo, la libertad individual. Aproximación al mundo de la intimidad en un tiempo de transición entre los viejos mandatos y los nuevos vínculos. Como el petróleo, como los mercados, como River, como las hipotecas y la economía global, el amor está en crisis. No hay encuestas que lo demuestren ni censos que lo atestigüen, pero se percibe en ciertas cifras –el aumento incesante de la cantidad de personas que viven solas, en nuestro país y en el mundo– y se adivina también en las charlas de café, en los relatos de los que aman o intentan amar y en la angustia casi eterna de los solos y solas que cuentan sus historias en programas radiales de trasnoche y en la proliferación de empresas dedicadas a

Enfermedades a medida

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Una pastilla para cada enfermedad y una enfermedad para cada persona: tal podría el lema del floreciente “mercado del malestar”, que amenaza con convertir a las sociedades más o menos desarrolladas en una especie de paraíso del hipocondríaco, donde cualquier estado o proceso –desde la calvicie hasta la ansiedad, pasando por el embarazo, la tristeza, la menopausia, la vejez o la baja estatura– es susceptible de ser tratado como un problema médico. Intereses económicos en juego en la invención de nuevas dolencias .     Woody Allen puede estar contento: las sociedades de principios del siglo XXI se encaminan, según numerosos indicios y opiniones, a una especie de paraíso del hipocondríaco, donde cualquier ser humano puede encontrar, en el extenso catálogo de patologías disponibles, el cuadro que se ajuste a su personalidad o a su síntomas. Día a día surgen nuevos nombres para enfermedades que antes no lo eran, y viejos dolores humanos se convierten en síndromes, déficits y trastor

La vida breve

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En la Argentina mueren jóvenes: más jóvenes que los que deberían morir, más de lo que indica el sentido común y las leyes de la vida. Periódicamente, alguna tragedia en la que pierden la vida adolescentes conmueve a la sociedad, y esa sensación difusa de vivir en un país que no cuida a sus hijos se encarna en rostros y nombres concretos. El incendio de Cromañón o de la discoteca Kheyvis, accidentes de tránsito como el que terminó con la vida de nueve estudiantes de la escuela Ecos, entre muchos otros, son solo la punta del iceberg de una realidad dolorosa y no del todo conocida. En efecto, las tasas de mortalidad juvenil por suicidios, accidentes y homicidios (lo que en términos estadísticos se denomina "muertes violentas") vienen aumentando históricamente, en una tendencia iniciada en los años 90 que, con algunos altibajos, parece mantenerse.