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Susana Trimarco: Los días sin Marita

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Hace diez años que Susana Trimarco busca a su hija. No ha dejado de buscarla ni uno solo de los días y las noches de estos diez últimos años. Su perseverancia la llevó a cruzar más de una frontera y a conocer el otro lado, el más oscuro, de la apacible vida cotidiana de la provincia de Tucumán: vio personas vendidas y compradas como mercancías, vidas robadas, plusvalía sexual extraída a fuerza de violencia y terror de los cuerpos de mujeres jóvenes. Marita Verón desapareció el 3 de abril de 2002. Tenía entonces 23 años, una hija de 3 y vivía con su pareja, David, en un departamento del barrio Gráfico II, en Las Talitas, Gran Tucumán. Esa mañana dejó a la niña con Trimarco y salió rumbo a la Maternidad para una consulta ginecológica. «Quedate tranquila, mamá, que enseguida vuelvo», dijo antes de irse. Fue la última vez que Susana escuchó la voz de Marita. Desde entonces, dice, «fue como si la tierra se la hubiera tragado».

Hijos de Dios

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Querido Jesús, te pedimos que bendigas a nuestros directivos y maestros», recita la directora, y repiten a coro, con voces y caras de sueño, los alumnos antes de entrar a clase. La oración es lenta y monótona. Se le pide a Jesús compañía «para aprender, compartir y obedecer», para así «imitarte y ser buen hijo de Dios». La directora finaliza con un enérgico «que así sea» y alguien agrega: «En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo», mientras los chicos hacen la señal de la cruz sobre sus guardapolvos blancos. La escena, que fue registrada por la agencia de noticias Copenoa, ocurre en la escuela Remedios de Escalada de San Martín, en el centro de la capital salteña. Pero no sólo allí: en muchas otras escuelas públicas salteñas, decenas de miles de niños rezan, leen la Biblia, bendicen el alimento, oran y se persignan al entrar a clase y al salir, a la hora de almorzar y merendar, en las aulas y fuera de ellas. Directoras y maestros inician el día de trabajo con la invocació

Un hombre feliz

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¿De dónde sacó el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, que hay que ser feliz para gobernar? ¿Qué libro de autoayuda, qué asesor de campaña lo inspira cuando afirma: «Estoy en política para que la gente sea feliz, y si yo no estoy feliz no puedo ayudar a la gente»? Lo dijo recientemente, al confirmar el embarazo de su esposa Juliana Awada y en muchas otras oportunidades similares.

Avatares del guardapolvo

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Empiezan las clases y, como todos los años, las revistas dominicales de los diarios lo celebran con notas especiales, en general con poco contenido y mucha invitación al consumo. La «Vuelta al cole» es tema obligado de las páginas de moda, que presentan «equipos de tiempo completo para disfrutar de la clase y el recreo». Estas producciones ya son un clásico: niños más rubios y sonrientes que el promedio de los escolares argentinos, madres más delgadas y deslumbrantes, adelantan lo que va a usarse en las aulas. Pero lo extraño, lo que hace ruido en esas fotos, no son sólo las casas con jardines ni las sonrisas extra large de niños y adultos. Hay algo más: mientras el 66% de los alumnos de escuelas primarias concurre a establecimientos públicos, en las páginas con las que tres de los diarios de mayor venta en la Argentina saludan el inicio de las clases no hay ni un solo guardapolvo blanco. Hay, eso sí, pantalones grises, polleras tableadas, blazers, corbatas, jumpers y otros emblemas d

Macri y la lógica del automovilista

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El llamado «caos de tránsito» es un lugar común de la derecha, un comodín que suele sacarse de la manga cuando ya no hay, o cuando nunca hubo, argumentos. Sus usos son múltiples: sirve para vaciar de contenido los reclamos sociales, para convertir una protesta legítima en la «pesadilla» del ciudadano promedio, para tapar, con la repetición gritona de la queja, las voces de los que salen a la calle. Allí donde hay personas con necesidades y reclamos, sectores sociales que intentan hacerse ver y escuchar, los medios del establishment sólo ven caos, demoras en la avenida 9 de julio, complicaciones en el micro y macrocentro.

Usos de la muerte

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Entre los múltiples intentos por sacar réditos políticos de la muerte del joven militante Mariano Ferreyra, el del periodista de Clarín Eduardo Van Der Kooy supera el promedio del cinismo nacional. Y lo hace, sobre todo, porque pretende responsabilizar del crimen al Gobierno Nacional desde las páginas del mismo diario que, en junio de 2002, con el vergonzoso título de «La crisis causó dos nuevas muertes», pretendió diluir las clarísimas responsabilidades del asesinato, a manos de la Policía Bonaerense, de los piqueteros Maximiano Kosteki y Darío Santillán. Si entonces sobraban las pruebas que incriminaban al comisario Alfredo Franchiotti –y muchas de ellas, como las 240 fotografías tomadas por el reportero gráfico Pepe Mateos, estaban en la mismísima redacción de Clarín– hoy, como el propio Van Der Kooy admite, no existe «ninguna prueba de que el Gobierno haya tenido algún vínculo –directo o indirecto– con la reyerta sindical entre facciones antagónicas del gremio ferroviario que concl

Perfil y el Apocalipsis

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Hace tiempo que el diario Perfil viene anunciando el Apocalipsis. En la columna del periodista José Eliaschev, una prosa forzadamente compleja está puesta al servicio de una idea bastante simple: el país camina inexorablemente hacia la decadencia. En sus notas abundan, entre otras cosas, las generalizaciones injustificadas. Ya se sabe que Eliaschev acusa al Gobierno de todo tipo de infamias, pero no explica por qué éstas deberían hacerse extensivas a toda la sociedad. Sus temas son siempre grandes y «la Argentina» es su objeto privilegiado de análisis. Y esa Argentina, diagnostica, «padece de proverbiales excesos emocionales», «un estado de ira sacralizado», «una notable compulsión al atraso». Nuestro país, continúa,«respira con una sospechosa y absurda taquicardia», «parece un organismo híper medicado y turbulento» y padece «una debilidad emocional reveladora de una poderosa inmadurez colectiva». Abruma no sólo la redundancia, sino también el tono acusatorio, aristocrático y hasta rac

Libertad, igualdad, diversidad

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Revista Acción Nº1055, primera quincena de agosto de 2010. Hace mucho tiempo que un hecho político no se festeja con lágrimas. Hay que buscar y rebuscar en los archivos y en la memoria para recordar un acontecimiento que haya sido deseado con tanta pasión y celebrado con tanta alegría como la modificación al Código Civil que universalizó en la Argentina el derecho al matrimonio. Fue una fiesta lo que ocurrió dentro y fuera del Congreso en la fría madrugada del 15 de julio, pero lo que se celebraba no era el matrimonio, sino la igualdad. . «Se cumplió un sueño –dice María Rachid– presidenta de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans–. Hoy todos somos más felices». Su lucha y la de muchos otros hombres y mujeres no sólo consiguió un notable avance en materia de derechos e igualdad jurídica. Logró, además, poner un nexo en palabras e ideas que no suelen estar juntas: política y felicidad, leyes y sueños, derechos y sexualidad.

El Bicentenario según José Eliaschev

Los festejos del Bicentenario también tuvieron sus críticos. Escasas, solemnes, sus voces sonaron como gritos desafinados en el coro más o menos unánime de apoyo a las celebraciones . En la lista de disidentes, el primer lugar, por la violencia y el tono francamente racista de sus palabras, se encuentra el periodista José Eliaschev. El 22 de mayo, en su habitual columna del diario Perfil, Eliaschev describe una ciudad decadente, mezcla de la oscura Los Angeles de Blade Runner y la Buenos Aires aristocrática amenazada por el «aluvión zoológico» de 1945. Allí, en la ciudad del Bicentenario, «pompas acosadoras», «estruendos hirientes», un «patrioterismo banderillero», el «desorden», un «populismo primitivo y rutilante», la «prepotente y grosera exhibición nacionalista» convoca a «gentes» –en peyorativo plural– que «rozan o chocan sus cuerpos, enajenados y miran sin ver nada». Ellos, los que recorren las calles porteñas, son «mutantes», «buscas», «merodeadores de todo pelaje», «alelados»,

Esteban y el Bicentenario

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Es Bullrich, pero se hace llamar Esteban. Es amigo de Mauricio y de Gabriela y sobrino de Patricia, que también es Bullrich. Escribe «utilicen» con zeta, entre otras incorrecciones que pueden leerse en su página web, pero ni su ortografía ni su gramática le han impedido convertirse en ministro de Educación de la ciudad de Buenos Aires. De su currículum vitae pueden extraerse, al menos, dos conclusiones: la primera, que quien rige los destinos de los 1.626 establecimientos educativos públicos de la ciudad de Buenos Aires se formó en instituciones privadas (desde el nivel primario hasta el posgrado). La segunda, que quien rige los destinos de la educación porteña se formó para administrar empresas. El último capítulo de su breve pero fructífera historia de desavenencias con la educación pública fue la decisión de no publicar un manual con materiales sobre el Bicentenario para la escuela media, fruto del trabajo de 18 meses de historiadores de la Dirección General de Currícula y Enseñanz

Delta S.A.

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Donde había un arroyo, hay dragas. Donde había sauces, hay barro contaminado. Donde había ranchos, hay un terraplén. Las máquinas –retroexcavadoras anfibias, palas mecánicas, tractores– recorren las islas como lentos animales prehistóricos. Parece, esta tierra, una tierra deshabitada. Las islas del Bajo Delta, en el último tramo del Paraná, fueron alguna vez un paraíso. Dicen algunos que volverán a ser serlo, pero de otro tipo: un paraíso diseñado en los 90, que tiene como modelo a Miami y como guardianes, a agentes de seguridad privada. Bienvenidos a los barrios privados del Delta: verde artificial implantado sobre las ruinas del verde nativo, lotes de mil metros cuadrados con amarra propia, islas amuralladas y hasta un transbordador para que nadie renuncie, ni siquiera en las islas, a su derecho al coche propio. El Bajo Delta del río Paraná está siendo descubierto por los grandes inversores del mercado inmobiliario. Y los cambios que empiezan a vislumbrarse anuncian tiempos difícil

La salud es noticia

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Abundante, heterogénea y en ocasiones contradictoria, la información sobre temas médicos y científicos gana espacio en radio, televisión, Internet, diarios y revistas. Un consultorio abierto las 24 horas hecho a la medida del nuevo lector hipocondríaco. Ahora dicen que la cerveza hace bien. Comer helado hace feliz a la gente. Creen que en 20 años la mitad de la población mundial sería obesa. El café no es tan malo como se pensaba. Crece el cáncer bucal entre los jóvenes por el sexo oral. Identifican el gen de la calvicie por vía paterna. Ya existe la píldora contra la eyaculación precoz. Batalla contra la calvicie: ensayan con una nueva terapia genética. A los hombres, el vino les alargaría la vida. Aseguran que la clave de la fidelidad está en los genes. Las hormonas que nos alteran la vida. El ranking de los trastornos de ansiedad. Un gen de la monogamia masculina... Cada vez más abundante, heterogénea y, en ocasiones, contradictoria, la información sobre temas médicos y científic

Me escriben

Carta desde España

Perfecta

«Era perfecta, no necesitaba ninguna cirugía», dijo Roberto Piazza, y los medios reprodujeron en sus títulos las declaraciones del diseñador y amigo de Solange Magnano, la modelo muerta como consecuencia de un tratamiento estético en los glúteos. Nadie –ni el propio Piazza ni quienes recogieron sus dichos– advirtió que la frase, de un modo involuntario, como un acto fallido, expresa el cruel principio de funcionamiento de la industria de la belleza. Piazza no dice que no es necesario ser perfecta. Dice todo lo contrario: que Solange no necesitaba cirugías porque ya lo era. Si no hubiera sido perfecta, sí las habría necesitado. Por lo tanto, no está negando sino refrendando la idea de que la perfección es un imperativo al que deben someterse las mujeres y sus cuerpos si pretenden ser deseadas, amadas o aspirar a algo parecido a la felicidad. Los medios que reproducen sus comentarios y se indignan por la dictadura de belleza y la tiranía de la delgadez son los mismos que en sus produccio

Adjetivos y polémicas

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Gracias al arzobispo Héctor Aguer, que calificó de «neomarxista» y «totalitario» al manual de educación sexual elaborado por el Ministerio de Educación, el texto logró ascender, en la consideración de los medios, a la categoría de «polémico». «El polémico manual llegó a 5.000 docentes», decía, por ejemplo, en su edición del viernes 31 de julio, el diario La Nación , y para que no quedaran dudas, agregaba el adjetivo «controvertido». Del mismo modo se refirieron a este documento otros medios. Asegurar que el manual es polémico no es lo mismo que decir que la Iglesia lo objeta. En el primer caso, se sugiere que el problema está en el propio texto, que por sus características («autoritarismo», «feminismo», «marxismo») sería digno de recibir cuestionamientos o suscitar polémicas. La segunda formulación, en cambio, deja en claro que es la Iglesia la que tiene un problema con el documento, y que ha sido esta institución la que decidió entablar una polémica que algunos medios pretenden univer

Censura en Internet

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El copyright es el argumento utilizado para borrar videos políticos publicados en Internet. Los grandes medios y la libertad de expresión . Veánlo en YouTube», dijo la Presidenta. Hablaba frente a intendentes de Córdoba en la sede de la Universidad y se refirió, quizá por primera vez en la historia de los discursos oficiales, al popular sitio de videos. Aquello que la Presidenta quería que su auditorio buscara en YouTube era un fragmento del programa de Mariano Grondona en el que el conductor, en amable tertulia con Hugo Biolcatti, presidente de la Sociedad Rural, ponía en duda que el actual gobierno pudiera llegar a finalizar su mandato. Pero el contenido del video quizá fuera lo de menos. El hecho, el gran hecho, era el ingreso de la Web 2.0 a la vida política oficial de la Argentina.

Crímenes pasionales

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Cuando el delito es «común», los movileros, nuevos directores del humor social, suelen ofrecer sus micrófonos a las víctimas. Hijos que acaban de perder a sus padres, conductoras enfurecidas por el asesinato de un colaborador, familias asaltadas, son interpelados, en medio de su dolor, sobre leyes, condenas y manos duras. Las preguntas nunca son neutrales: sugieren, incitan, apuestan a potenciar tanto el dolor como la violencia de las reacciones. Pero para otra clase de delitos –los denominados «crímenes pasionales»– el tratamiento es distinto. Con José Arce, detenido por el crimen de su esposa Rosana Galliano, los medios depusieron sus armas verbales y, en lugar de hacer hablar a la familia de la víctima, le dieron la palabra al acusado. A Arce lo entrevistaron y lo trataron como a un señor, lo acompañaron a su criadero de pollos y escucharon, respetuosos, los argumentos de su abogada, cosa que nadie hizo con los delincuentes jóvenes, anónimos y pobres que son linchados simbólicament

Giménez, los medios y los miedos

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«Termínenla con los derechos humanos y esas estupideces», dijo la conductora en presunto estado de shock. «El que mata tiene que morir», agregó. Giménez –llamarla Susana es, de algún modo, quitarle responsabilidad, poder, que lo tiene, e intención política, de la que también, aunque sin demasiada conciencia ni inteligencia, dispone– habló, los micrófonos registraron sus palabras, los movileros asintieron y azuzaron aún más el desborde de la ex actriz y se disparó la reacción en cadena de la solidaridad linchadora. Palabras como pena de muerte, justicia, mano dura, volvieron a escucharse en las pantallas y en las calles. Igual que en otros tiempos y en otras campañas electorales pero, esta vez, pronunciadas por voces profesionales, amplificadas y multiplicadas por la magia de la televisión, investidas de un nuevo poder: el de la fama y el dinero juntos. Amigos, colegas, colaboradores, gente linda y, sobre todo –se recalcó–, «honesta», del ambiente –se dijo– «artístico». Gente, como se

Universidad pública: Crisis de identidad

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¿Qué tienen en común la explosión en la Universidad de Río Cuarto donde, en diciembre de 2007, murieron seis estudiantes y docentes, con los episodios de violencia registrados tras el cierre de la sede del CBC de Merlo? ¿Qué hilo invisible une la caída de un techo sobre una alumna de Ciencias Sociales de la UBA y la firma de un convenio entre la Universidad Tecnológica Nacional y la empresa Volkswagen para la creación de una especialización en industria automotriz? ¿A qué misma lógica responde la inversión de empresas como Monsanto en sus programas de «cooperación académica» y los reiterados conflictos salariales docentes? ¿Qué relación hay entre el acortamiento de las carreras de grado y los ocho meses de conflicto que le llevó a la asamblea de la UBA elegir a su rector?

Andrés Cascioli y el fin de la inteligencia

El primer número de Humor salió a la luz en tiempos de euforia y terror: junio de 1978, plena dictadura, comienzos del Mundial 78. La Junta Militar calificó a la revista como de «exhibición limitada» y su director, Andrés Cascioli, tuvo que comparecer ante la comisión de moralidad. Desde entonces, Humor fue, la mismo tiempo, objeto de persecuciones y amenazas y protagonista de un fenómeno de popularidad inesperado. A su redacción llegaban de todo el país más de cuarenta cartas por día, y el gran apoyo de los lectores fue, sin duda, un dato clave para entender cómo sobrevivió, con una postura cada vez más crítica hacia la dictadura, durante aquellos años. Las tapas de Humor , firmadas por Cascioli, soprenden por su audacia. Videla, Massera y Agosti reciben un tortazo. En plena guerra de Malvinas, el canciller argentino, Nicanor Costa Méndez, descubre en la cama al representante norteamericano (Alexander Haig) con Margaret Thatcher. Videla se hunde en el mar con una banda presidencial qu