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Carta desde España

Perfecta

«Era perfecta, no necesitaba ninguna cirugía», dijo Roberto Piazza, y los medios reprodujeron en sus títulos las declaraciones del diseñador y amigo de Solange Magnano, la modelo muerta como consecuencia de un tratamiento estético en los glúteos. Nadie –ni el propio Piazza ni quienes recogieron sus dichos– advirtió que la frase, de un modo involuntario, como un acto fallido, expresa el cruel principio de funcionamiento de la industria de la belleza. Piazza no dice que no es necesario ser perfecta. Dice todo lo contrario: que Solange no necesitaba cirugías porque ya lo era. Si no hubiera sido perfecta, sí las habría necesitado. Por lo tanto, no está negando sino refrendando la idea de que la perfección es un imperativo al que deben someterse las mujeres y sus cuerpos si pretenden ser deseadas, amadas o aspirar a algo parecido a la felicidad. Los medios que reproducen sus comentarios y se indignan por la dictadura de belleza y la tiranía de la delgadez son los mismos que en sus produccio

Adjetivos y polémicas

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Gracias al arzobispo Héctor Aguer, que calificó de «neomarxista» y «totalitario» al manual de educación sexual elaborado por el Ministerio de Educación, el texto logró ascender, en la consideración de los medios, a la categoría de «polémico». «El polémico manual llegó a 5.000 docentes», decía, por ejemplo, en su edición del viernes 31 de julio, el diario La Nación , y para que no quedaran dudas, agregaba el adjetivo «controvertido». Del mismo modo se refirieron a este documento otros medios. Asegurar que el manual es polémico no es lo mismo que decir que la Iglesia lo objeta. En el primer caso, se sugiere que el problema está en el propio texto, que por sus características («autoritarismo», «feminismo», «marxismo») sería digno de recibir cuestionamientos o suscitar polémicas. La segunda formulación, en cambio, deja en claro que es la Iglesia la que tiene un problema con el documento, y que ha sido esta institución la que decidió entablar una polémica que algunos medios pretenden univer

Censura en Internet

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El copyright es el argumento utilizado para borrar videos políticos publicados en Internet. Los grandes medios y la libertad de expresión . Veánlo en YouTube», dijo la Presidenta. Hablaba frente a intendentes de Córdoba en la sede de la Universidad y se refirió, quizá por primera vez en la historia de los discursos oficiales, al popular sitio de videos. Aquello que la Presidenta quería que su auditorio buscara en YouTube era un fragmento del programa de Mariano Grondona en el que el conductor, en amable tertulia con Hugo Biolcatti, presidente de la Sociedad Rural, ponía en duda que el actual gobierno pudiera llegar a finalizar su mandato. Pero el contenido del video quizá fuera lo de menos. El hecho, el gran hecho, era el ingreso de la Web 2.0 a la vida política oficial de la Argentina.

Crímenes pasionales

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Cuando el delito es «común», los movileros, nuevos directores del humor social, suelen ofrecer sus micrófonos a las víctimas. Hijos que acaban de perder a sus padres, conductoras enfurecidas por el asesinato de un colaborador, familias asaltadas, son interpelados, en medio de su dolor, sobre leyes, condenas y manos duras. Las preguntas nunca son neutrales: sugieren, incitan, apuestan a potenciar tanto el dolor como la violencia de las reacciones. Pero para otra clase de delitos –los denominados «crímenes pasionales»– el tratamiento es distinto. Con José Arce, detenido por el crimen de su esposa Rosana Galliano, los medios depusieron sus armas verbales y, en lugar de hacer hablar a la familia de la víctima, le dieron la palabra al acusado. A Arce lo entrevistaron y lo trataron como a un señor, lo acompañaron a su criadero de pollos y escucharon, respetuosos, los argumentos de su abogada, cosa que nadie hizo con los delincuentes jóvenes, anónimos y pobres que son linchados simbólicament

Giménez, los medios y los miedos

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«Termínenla con los derechos humanos y esas estupideces», dijo la conductora en presunto estado de shock. «El que mata tiene que morir», agregó. Giménez –llamarla Susana es, de algún modo, quitarle responsabilidad, poder, que lo tiene, e intención política, de la que también, aunque sin demasiada conciencia ni inteligencia, dispone– habló, los micrófonos registraron sus palabras, los movileros asintieron y azuzaron aún más el desborde de la ex actriz y se disparó la reacción en cadena de la solidaridad linchadora. Palabras como pena de muerte, justicia, mano dura, volvieron a escucharse en las pantallas y en las calles. Igual que en otros tiempos y en otras campañas electorales pero, esta vez, pronunciadas por voces profesionales, amplificadas y multiplicadas por la magia de la televisión, investidas de un nuevo poder: el de la fama y el dinero juntos. Amigos, colegas, colaboradores, gente linda y, sobre todo –se recalcó–, «honesta», del ambiente –se dijo– «artístico». Gente, como se

Universidad pública: Crisis de identidad

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¿Qué tienen en común la explosión en la Universidad de Río Cuarto donde, en diciembre de 2007, murieron seis estudiantes y docentes, con los episodios de violencia registrados tras el cierre de la sede del CBC de Merlo? ¿Qué hilo invisible une la caída de un techo sobre una alumna de Ciencias Sociales de la UBA y la firma de un convenio entre la Universidad Tecnológica Nacional y la empresa Volkswagen para la creación de una especialización en industria automotriz? ¿A qué misma lógica responde la inversión de empresas como Monsanto en sus programas de «cooperación académica» y los reiterados conflictos salariales docentes? ¿Qué relación hay entre el acortamiento de las carreras de grado y los ocho meses de conflicto que le llevó a la asamblea de la UBA elegir a su rector?

Andrés Cascioli y el fin de la inteligencia

El primer número de Humor salió a la luz en tiempos de euforia y terror: junio de 1978, plena dictadura, comienzos del Mundial 78. La Junta Militar calificó a la revista como de «exhibición limitada» y su director, Andrés Cascioli, tuvo que comparecer ante la comisión de moralidad. Desde entonces, Humor fue, la mismo tiempo, objeto de persecuciones y amenazas y protagonista de un fenómeno de popularidad inesperado. A su redacción llegaban de todo el país más de cuarenta cartas por día, y el gran apoyo de los lectores fue, sin duda, un dato clave para entender cómo sobrevivió, con una postura cada vez más crítica hacia la dictadura, durante aquellos años. Las tapas de Humor , firmadas por Cascioli, soprenden por su audacia. Videla, Massera y Agosti reciben un tortazo. En plena guerra de Malvinas, el canciller argentino, Nicanor Costa Méndez, descubre en la cama al representante norteamericano (Alexander Haig) con Margaret Thatcher. Videla se hunde en el mar con una banda presidencial qu

Humor argentino

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En los medios argentinos todos ríen, pero muy pocos hacen reír. Ríen Tinelli y sus jurados, las chicas que bailan por un sueño, los enanos que juegan al fútbol resbalando una y otra vez sobre una pista de hielo, ríen Susana y sus furcios, los que resumen lo que pasa en los medios, los que aman a la TV, los que la bendicen, los que la registran, los conductores y locutores de las mañanas de la radio, los periodistas que monologan en el Maipo y hasta los conductores de los noticieros de la noche se hacen bromas más o menos sobrias, como si ellos o la televisión no terminaran de aceptar del todo su papel en un medio que no se toma nada demasiado en serio. También los diarios y revistas parecen haber acatado la consigna de no ser del todo serios. Se han alivianado de formalismos –y, en algunos casos, de la solemnidad de la gramática y la ortografía–, y cultivan un estilo distendido, hecho de abreviaturas simpáticas –compu, tele, peli, celu, finde, puede leerse en las páginas de más de un

Dónde está el lector

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Nunca se ha escrito ni se ha leído tanto como en nuestros días: mensajes de texto, e-mails, mensajería instantánea, blogs, comentarios en páginas de Internet, opiniones de los lectores en sitios de diarios y revistas. Si existiera la manera de medir el tiempo que pasan los seres humanos en contacto con la palabra escrita, sin dudas las cifras serían hoy las más altas de la historia, desde que la imprenta de Gutenberg cambió para siempre no sólo los modos de leer sino también de pensar y percibir el mundo.

La fábrica de sentido común

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«Pesimismo y rechazo de Chávez entre 164 líderes de opinión». El título de la noticia publicada por Clarín y otros diarios de circulación nacional es contundente: para los líderes argentinos, el presidente venezolano es «peor considerado incluso que el iraní Majmoud Ahjmadinejad», la situación del país es «regular» y «empeorará de acá a un año». Hasta aquí, una encuesta más de las muchas que aparecen en los medios y contribuyen a crear eso que los propios medios llaman opinión pública. Pero la noticia omite un dato crucial. Cuando se habla de líderes de opinión, ¿de qué se está hablando? ¿Quiénes son esos individuos, dónde han obtenido su título, a quiénes lideran, qué legitimidad los sostiene, cuándo vence su mandato? Nada de eso se consigna ni en la noticia ni en el informe de prensa elaborado por la consultora Poliarquía, encargada del estudio. Las condiciones de producción de la encuesta son un misterio. Pero el resultado es que los encuestados –«referentes de distintos sectores; d

Tribus urbanas

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Como personajes escapados de El extraño mundo de Jack u otra película de Tim Burton, con el gesto melancólico de Johnny Depp en El joven manos de tijer a, las ojeras destacadas con sombra gris y el largo flequillo como un velo que los protege del mundo y sus inclemencias, andan por la ciudad, cabizbajos, frágiles, algo andróginos. Se juntan frente al palacio Pizzurno, en la plaza que ellos llaman “la de la galería Bond Street”, en el barrio porteño de Recoleta, son muy jóvenes y se hacen llamar emos. Una abreviatura de emocional, surgida a fines de los 80 en Estados Unidos para aludir a un subgénero de la música hardcore. Los de ahora y los de acá son, dicen, chicos sensibles, no tristes sino sentimentales. Como las bandas a las que siguen con devoción –My chemical romance, Panic at the disco, entre otras-, que, aunque están muy lejos de los grupos pioneros del género, son hoy, con razón o sin ella, reconocidas como ejemplos paradigmáticos de la música emo.

Mediatizados

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Los medios no solo informan, también diseñan el mundo en el que vivimos. La lógica televisiva, su tendencia a banalizar el universo, se impone en la radio, en los diarios y en toda la sociedad. La eficaz ideología del mercado. ¿Qué ha cambiado más en las últimas cuatro décadas: el mundo o las maneras de mirarlo? La pregunta quizás encierre una trampa, porque en tiempos de hiperinformación, vidas mediáticas y televidentes compulsivos, no parece haber mucha diferencia entre una cosa y la otra. Para una gran mayoría de los habitantes de las grandes ciudades, no hay más mundo que el que registra la mirada, y no hay máquinas de mirar más poderosas y universales que los medios de comunicación. Hablar del modo en que los medios influyen en la sociedad se vuelve, así, casi una tautología, porque los medios, sin no son la sociedad, al menos representan y difunden, absorben y, en un perfecto proceso de retroalimentación, ponen en circulación, la versión de sociedad aceptada por las mayorías, l

El imperio de la lengua

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Desde hace algunos años y por diversos motivos, la lengua española –a la que convendría, según la opinión de muchos, seguir denominando castellana– es noticia. Su enorme riqueza, su valor económico, sus 400 millones de hablantes, su incesante crecimiento y su venturoso futuro son temas de frecuentes artículos periodísticos, y también de congresos que convocan a personalidades del mundo cultural y político –congresos financiados, invariablemente, por grandes empresas de capital español–, mientras nuevos eslóganes, logotipos y avisos publicitarios la promocionan como si se tratara de un producto más del mercado.  

Los amores difíciles

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Criticar la liviandad del amor contemporáneo es ya casi un lugar común de las conversaciones cotidianas, los análisis filosóficos y las historias de ficción. Debilitado el matrimonio tradicional, las relaciones actuales –menos rígidas y más equitativas, pero también más frágiles– privilegian, ante todo, la libertad individual. Aproximación al mundo de la intimidad en un tiempo de transición entre los viejos mandatos y los nuevos vínculos. Como el petróleo, como los mercados, como River, como las hipotecas y la economía global, el amor está en crisis. No hay encuestas que lo demuestren ni censos que lo atestigüen, pero se percibe en ciertas cifras –el aumento incesante de la cantidad de personas que viven solas, en nuestro país y en el mundo– y se adivina también en las charlas de café, en los relatos de los que aman o intentan amar y en la angustia casi eterna de los solos y solas que cuentan sus historias en programas radiales de trasnoche y en la proliferación de empresas dedicadas a

Enfermedades a medida

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Una pastilla para cada enfermedad y una enfermedad para cada persona: tal podría el lema del floreciente “mercado del malestar”, que amenaza con convertir a las sociedades más o menos desarrolladas en una especie de paraíso del hipocondríaco, donde cualquier estado o proceso –desde la calvicie hasta la ansiedad, pasando por el embarazo, la tristeza, la menopausia, la vejez o la baja estatura– es susceptible de ser tratado como un problema médico. Intereses económicos en juego en la invención de nuevas dolencias .     Woody Allen puede estar contento: las sociedades de principios del siglo XXI se encaminan, según numerosos indicios y opiniones, a una especie de paraíso del hipocondríaco, donde cualquier ser humano puede encontrar, en el extenso catálogo de patologías disponibles, el cuadro que se ajuste a su personalidad o a su síntomas. Día a día surgen nuevos nombres para enfermedades que antes no lo eran, y viejos dolores humanos se convierten en síndromes, déficits y trastor

La vida breve

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En la Argentina mueren jóvenes: más jóvenes que los que deberían morir, más de lo que indica el sentido común y las leyes de la vida. Periódicamente, alguna tragedia en la que pierden la vida adolescentes conmueve a la sociedad, y esa sensación difusa de vivir en un país que no cuida a sus hijos se encarna en rostros y nombres concretos. El incendio de Cromañón o de la discoteca Kheyvis, accidentes de tránsito como el que terminó con la vida de nueve estudiantes de la escuela Ecos, entre muchos otros, son solo la punta del iceberg de una realidad dolorosa y no del todo conocida. En efecto, las tasas de mortalidad juvenil por suicidios, accidentes y homicidios (lo que en términos estadísticos se denomina "muertes violentas") vienen aumentando históricamente, en una tendencia iniciada en los años 90 que, con algunos altibajos, parece mantenerse.

Patología de mercado

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Psicofármacos y niños, niños y psicofármacos, no son palabras que suenen bien juntas, y la conjunción hace algo de ruido en oídos acostumbrados a considerar a la infancia como un territorio luminoso, de tiempos lentos, libertades y juegos. Pero cambios en la cultura, en la educación y en las formas de entender y ejercer la medicina, además de intereses económicos, entre otros innumerables factores, están revirtiendo esta situación. Niños y psicofármacos, en efecto, aparecen cada vez más asociados en ciertos discursos científicos, en las voces de algunos padres, en artículos periodísticos y, sobre todo, en las agendas de marketing de los grandes laboratorios farmacéuticos.

Solos y mal alimentados

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 En la Argentina y en otros países pobres o empobrecidos, hace tiempo que los ricos dejaron de detentar el monopolio de la gordura. Si durante siglos la obesidad fue signo de opulencia, hoy la situación tiende a invertirse. Ricos flacos y gordos pobres, es, además del título de un libro de la antropóloga Patricia Aguirre, una de las consecuencias más llamativas de los cambios que están experimentando las culturas alimentarias. No es que la sociedad sea más justa, y que el reparto equitativo de los kilos sea consecuencia de un reparto más equitativo de la riqueza. Por el contrario, mientras los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres, los primeros pueden acceder a patrones de consumo saludables y, si no llegan a adaptarse a los imperativos que impone el ideal del cuerpo sano y delgado, siempre está la opción de procesar en el gimnasio o eliminar en el quirófano lo que sobra.

Los hijos del mercado

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A los 18 meses son capaces de reconocer logos comerciales y a los dos años pueden pedir productos por su marca. A los tres, algunos ya deciden qué ropa ponerse y otros patalean en la puerta de Mc Donald’s reclamando su derecho a la cajita feliz. Apenas son capaces de mantenerse sentados (es decir, alrededor de los seis meses), son colocados en el “puesto de observación culturalmente definido: el carrito del supermercado” –según las palabras de un renombrado especialista en marketing–, y cuando aprenden a caminar, empiezan a sacar por sus propios medios los productos durante el paseo por el supermercado. De hecho, las góndolas se fueron adaptando a la mirada de los chicos: si hace diez años la altura preferida era de un metro y medio metros, hoy ha descendido a los 90 centímetros.